Como estudiante de comunicación
considero que la actitud de un buen profesional del medio debe ser la misma que
cualquier “buena persona”. Es decir, no mentir, no manipular, no buscar el
beneficio propio, esforzarse en se entienda lo que queremos decir, no buscar la
obscenidad e intentar ser correcto en la forma de transmitir el mensaje … Todas esas cualidades deberían ser la
de un comunicador social, pero considero que en un comunicador social son más
importantes que en cualquier otra persona dada la influencia de estos. Por
ejemplo, si un comunicador social miente, el prestigio del medio haría que la
mentira fuera tomada por verdad por casi toda la audiencia y esto elevado a
todo el mundo al que llegase la mentira podría causar catástrofes. Un ejemplo
de esta influencia es La audición de Orson Welles en el Mercury
Theatre sobre la invasión extraterrestres. Esta narración radiofónica
consiguió asustar a 1.200.000 personas y estamos
hablando del año 1938.
Esta es la idea de lo que sería un comunicador social perfecto. Pero soy consciente que muchas veces este depende el canal donde trabaja y este sigue, como empresa, valores económicos y por tanto busca el beneficio sin importarle perder por el camino alguna de las cualidades antes mencionadas.
Es cierto que la actitud de un comunicador social está más cerca del las malas cualidades que de las buenas. Los medios de televisión producen la realidad cuando deberían ser un ojo vigilante.
ResponderEliminarPor eso decimos que en televisión nos encontramos ante la presencia de un enunciador totalitario que guía de la mano al espectador para ofrecerle una realidad “producida “. Además la complejidad del medio hace que exista una polifonía de voces enunciadoras, se habla de máquina enunciadora y no de enunciador. No obstante la función del comunicador sigue siendo la misma, el enunciador es un mediador que garantiza el funcionamiento del discurso televisivo.
Lo primero es que me gustaría recalcar la diferencia entre tres profesiones comúnmente confundidas, el novelista (inmanencia de la obra), el telecomunicador (dramaturgo, técnicas para la comunicación) y el periodista (fidelidad de la fuente, géneros informativos). De esta forma el telecomunicador busca los géneros intermedios como el magazine para que el espectador de reconozca, se identifique y proyecte lo que ve y así se produzca eficazmente el acto de la comunicación.
ResponderEliminarAsí pues la relación emocional que se establece con el receptor exige al comunicador social obliga al comunicador social el control de todos los recursos del discurso televisivo, la imagen, el texto y la música. Lo que serían como se ha dicho antes, “sus armas” de seducción.
Para mi, el comunicador es básicamente el encargado de mostrar la ventana de la realidad. Más bien, la de la modernidad.
ResponderEliminarYo coincido con la línea de Zunzunegui. No creo que el comunicador social tenga una actitud correcta. Considero que el comunicador ha renunciado a toda axiología. Se tiende a la pornografía visual. Ante le demanda de transparencia y con la excusa de plegarse al deseo del espectador se ha llegado al extremo morboso de querer mostrar todo, enfatizando en los detalles más retorcidos.
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